sábado, 16 de octubre de 2010

Perdona, ¿nos conocemos?

¿Quienes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Por qué estamos aquí? ¿A qué huelen las nubes? Son preguntas que quién más, quién menos se ha hecho alguna vez (si todavía no se las ha hecho, tranquilo todavía está a tiempo). Últimamente le doy muchas vueltas a "¿quién soy?". A veces creo conocerme y otras soy un auténtico desconocido para mi. ¿Qué puedo hacer para saber quién soy?

Hace unos cuantos meses, y con la esperanza de prepararme en mi búsqueda de trabajo (que con la que está cayendo en España esa sí que es una búsqueda mitológica y no la del arca de la Alianza, doctor Jones), leí algunas guías de consejos para prepararse para una entrevista de trabajo. En una de ellas se aconsejaba que antes de ir a la susodicha entrevista hay que saber cómo es uno para que ninguna pregunta te pille por sorpresa. A la hora de definirse te pedía que pensases en qué cualidades tienes, qué cualidades transmites que te gustaría que conocieran los demás y cuáles transmites que no te gusta que conozcan los demás para ser consciente de tus virtudes y defectos, con el objetivo de intentar mostrar los primeros al entrevistador y disimular los segundos. Esto está muy bien para preparar una entrevista de trabajo pero si se lleva a un nivel más profundo, pensar tus defectos y virtudes no basta para definirte.

Creo que hay una teoría que dice que el "yo" se divide en dos partes: el "yo" que vive dentro de nosotros y el "yo" que vive dentro de los demás. El que vive dentro de nosotros es cómo nos vemos a nosotros mismos. El otro se refiere a la imagen de nosotros que tienen los demás. Por ejemplo, yo creo que soy tímido, los demás pueden pensar que soy un borde. Yo creo que soy gracioso, los demás pueden pensar que soy un listillo. Entonces, ¿quién tiene la versión acertada de mi?

La conclusión es que probablemente no soy como creo que soy, pero tampoco soy como creen los demás. Para cada persona del mundo seré de una manera distinta (en realidad para la mayoría ni siquiera seré, puesto que no saben que existo) y ninguna será la real. Las opiniones que tengan los demás de mi no deberían afectarme, sólo debería tener en cuenta la visión que tienen de mi las personas más cercanas (desde términos afectivos, se entiende). Jamás  podré saber al cien por cien quién soy, pero no dejaré de intentar descubrirlo. Es la única manera de crecer como persona.

Y por si no os he aclarado nada les dejo este vídeo que lo explica todo muy bien:

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